martes, 26 de mayo de 2015

EL 50 ANIVERSARIO EN LOS MEDIOS.

Esta mañana hemos realizado nuestro programa “Protagonistas” desde el Colegio Miguel Hernández, conmemorando con los...

Posted by Castro Punto Radio on Martes, 26 de mayo de 2015


Haciendo clic en el enlace, se puede escuchar la cuña de la emisora Punto Radio sobre nuestro 50 Aniversario.

martes, 19 de mayo de 2015

VIVENCIA EN EL A.P.A.

Si mal no recuerdo empecé en el año 1978 y estuve en la citada asociación durante el periodo en que mis dos hijos estudiaron en el colegio XXV Años de Paz.
Recuerdo que en aquellos tiempos los niños y las niñas entraban en el colegio por puertas diferentes. Como anécdotas me acuerdo que fue un acierto adoptar sensores de lluvia para los alumnos que por la noche se orinaban en la cama, pues el sensor estaba provisto de una alarma que se accionaba con la humedad, lo que obligaba al niño a levantarse y a su familia cambiar las sábanas. En un máximo de dos semanas se arreglaba el problema. Llegamos a fabricar y adaptar media docena de aparatos.
También, durante un periodo de años entrené al equipo de fútbol sala del colegio. Las camisetas fueron donadas por Deportes Virginia. Con el tiempo, la entrada al colegio fue la misma para las niñas y los niños.

Rafael Gaceta

EL PRIMER COMEDOR ESCOLAR

Montserrat Domínguez, antigua cocinera del comedor nos relata detalles del primer comedor escolar.

En las antiguas escuelas graduadas se inició un comedor escolar porque en el auxilio social (situado en una lonja junto a las escuelas) funcionaba un comedor pero que siempre daban de comer lo mismo. D. Alfredo Val que trabajaba en Orientación Marítimo Pesquera pensaba que esta situación había que mejorarla. Fabricó unas mesas que se abrían para servir de mesa y se cerraban para ser pizarra. Dª Merche Jato era la cocinera y las mesas se colocaban en los pasillos de las antiguas escuelas.




Al construir el nuevo colegio, comenzó allí el comedor con 66 niños. Posteriormente, se llegó a 220. Las becas se repartían entre todos los niños que comían. Incluso, había niños que no pagaban porque no tenían recursos.

Trabajabamos mucho, fue uno de los primeros comedores de Cantabria, y era de gran calidad.


Las dietas eran muy completas, además se enseñaba a los niños a comer con la rueda de los alimentos, a usar los cubiertos... Había un plato que se llamaba de "buen sabor" para los niños que se portaban bien y podían elegir el plato que más les gustaba entre varios, pero la mayoría elegían rabas. Al que no se portaba bien le dabamos rosquillas.


Con los niños haciamos juegos y yo que cantaba muy bien, hicimos un coro, contaba historias y así les entreteníamos mientras llovía. Cuando hacía bueno bajábamos al patio.



Todos los años pintaba el comedor para que estuviera limpio (paredes y techo) al empezar el curso, lo hacía en verano. En esa época cosí los manteles y las cortinas. La cocina estaba situada en lo que es actualmente el aula de PT.



También hicimos unas lámparas con botes de Nescafé para que las bombillas no estuvieran sólas. La primera freidora nos la regalaron los del Miramar, pero nosotros la arreglábamos después cuando se estropeaba. Después Diputación nos mandó una de acero inoxidable.

Se comía todo caliente (tortillas, croquetas....) por eso los del instituto Argenta venían a comer aquí aunque tuvieran su comedor, incluso los de las aldeas. Todos los niños que fueron de nuestro comedor para allá, se volvieron de nuevo.

En una ocasión vinieron los de Delegación a comer, cuando pusimos el árbol de Navidad por primera vez. Era un comedor tipo escuela. Alfredo lo fundó y era su vida.

Montserrat Domínguez

RECUERDOS MUY ENTRAÑABLES DE LOS QUE NOS DEJARON


Quiero aprovechar la oportunidad que nos da el 50 Aniversario del Colegio y su blog para hacer llegar a todos un sentimiento, que seguro compartimos muchos de los que hemos pasado por la vida de este Centro.

Me estoy refiriendo a los compañeros que no están entre nosotros porque su vida se apagó. No quiero desgranar recuerdos, que desde la atalaya de la dirección tenía de todos y cada uno de ellos, si no desde el recuerdo que como amigos míos fueron.
Yo aterricé en “XXV Años de Paz” fruto de un concurso de traslados por consorte (modalidad que existía para matrimonios pedagógicos), y en él estaban:
D. Ricardo Tamayo como Director, hombre de trato amable, entregado al ejercicio de la dirección, y próximo a todos y todas y al que años más tarde sustituí en el cargo cuando marchó para Santander; los compañeros del Claustro: hombres y mujeres que me han dejado huella y que los alumnos y alumnas recuerdan con cariño; y los cuatro maestros de Orientación Marítima, que administrativamente funcionaban como una mini graduada dentro del Centro, con su Director D. Alfredo del Val al frente. Pero los Claustros los celebrábamos todos juntos y día a día nos íbamos conociendo un poco más.
Como grupo humano que éramos, pasamos por días felices de convivencia y otros no tanto, que se han quedado en el olvido.
Tras unos años, ejerciendo como profesora de base, pasé a ejercer de Directora y desde el cargo me tocó recibir también a nuevos compañeros que aumentaban la plantilla. Como dije al principio, quiero reseñar mis recuerdos de los que nos dejaron. Unos son más fuertes que otros, pues traspasaron la línea de lo profesional y tuve más trato en lo personal, pero todos entrañables y entre todos me enseñaron a ser mejor maestra.
Juan Prieto y Conchita Martínez


Mª Luz Pelayo y Juan Cabo
Algunos de los que conocí al principio se jubilaron enseguida y apenas tuve contacto, fue el caso de Concha, Juan Prieto, Pilar, Luz y Juan Cabo. De este último, recuerdo que como marido de Luz y ya jubilado, venía a buscarla a la salida del colegio como un novio enamorado y que jugaba a la puerta con los niños pequeños según iban saliendo…

Sin embargo, con otros conviví muchos más años. Recuerdo a los compañeros de O. Marítima: Honorio, Paco, y José Luis como hombres afables y cariñosos con el alumnado y a su director Alfredo, de fuerte personalidad muy exigente consigo mismo y con los demás y que se dedicó con gran pasión al funcionamiento del Comedor Escolar en el que dejó su impronta, (hace poco un ex alumno me recordaba que él inventó “el plato del buen sabor” que según parece se le daba a los alumnos de mejor comportamiento en el comedor). Durante algún tiempo me ayudó en tareas de Secretaría.


Francisco Encinas, Honorio Crespo, Luisa Lasa, Jose Luis Gutíerrez y Alfredo Val


Conchita Jiménez
También recuerdo a Conchita, vitalista, entregada a sus niñas (no olvidemos que las clases eran de niñas y niños separados) sus labores y manualidades eran famosas. Laudelina, como una mujer amable, sencilla y muy callada, tal vez por timidez. Luisita, una mujer guipuzcoana, maestra de carácter, siempre elegante.  Esther, fuerte pero arrastrando una salud difícil. Jesús Montero, persona jovial y de buen hacer. Siempre dispuesto a colaborar, tuvo un trato inmejorable con todos incluso después de cambiar de centro.

Sin embargo, los compañeros a los que me refiero a continuación han tenido un trato más personal conmigo, y por tanto los he conocido mejor y me han marcado más:


Merche, una mujer fuerte, luchadora durante años con la enfermedad de su marido, reflexiva, amiga de sus amigos. Recuerdo que me decía “Pili, los niños de tercero son como esponjas, todo lo absorben, lo que dice su profesor es palabra de ley…”. Tuve la gran suerte de disfrutar de su sabiduría hasta sus últimos días pues a sus 90 años la visitaba con frecuencia en su casa. Pocas personas llegan a tan avanzada edad con la lucidez que ella disfrutaba y con el interés de conocer la evolución de cuanto tenía que ver con el mundo de la educación. Se seguía interesando por todo.



 Javier o Elviro, era un hombre sabio, cultísimo, humanista que dominaba el latín y el griego, sencillo, cariñoso y muy abnegado. Yo lo respetaba y recuerdo que cuando realizamos con los de 8º de EGB el “Viaje de fin de Curso”, visitábamos Toledo y más concretamente el cuadro del Greco “El entierro del Conde Orgaz”. Javier lo explicó, y nos quedamos boquiabiertos. Los alumnos se quedaron durante 10 minutos en silencio mirando el cuadro y asimilando cuanto nos había dicho. Las personas adultas que había en la sala me comentaron que no habían presenciado tanto interés en niños tan jóvenes y que nos había hecho sentir el cuadro a todos. Y qué decir de su pasión por El Quijote… que trasmitió también a sus alumnos.



Jesús, que puedo decir de este salmantino, amigo, de carácter a veces difícil, pero blando cuando se le conocía. Siempre impecable en su vestuario, “acorbatado” la mayoría de las veces… (Vísperas de vacaciones solía poner control de matemáticas y siempre alguien de la clase me pedía que mediara y lo convenciera para no ponerlo). Sin embargo con los años descubrí que los alumnos, que en su día parecían temerlo, lo recuerdan con un cariño inmenso.


Todos ellos permanecerán en mi recuerdo como algo vivo, siempre serán un pilar importante en el desarrollo de la educación y cultura de Castro Urdiales, donde han dejado un poso importante, tanto entre los compañeros, como en las generaciones de alumnos y alumnas que los recuerdan con cariño y agradecimiento.

Pilar Castilla Ordaz








viernes, 15 de mayo de 2015

BAILANDO CON GARMA FOLK

Esta lluviosa mañana hemos recibido la visita del Grupo Musical Garma Folk que ha venido para ofrecernos un concierto de animación de danzas del mundo.  Como no había forma de celebrarlo en el patio, nos hemos tenido que arreglar para hacerlo en el gimnasio.  Así que nos hemos apretujado un poquito y hemos bailado un montón.  El fin de fiesta perfecto ha sido que hemos terminado cantando y bailando el Himno del Cole.


ME ACUERDO DEL MIGUEL HERNÁNDEZ


Diego Gutierrez del Valle fue maestro y director durante un tiempo importante de la vida del centro. Con esta colaboración nos recuerda su paso por el colegio. Nosotros también le recordamos a él, como seguro lo harán familias y alumnado. ¡Gracias! 

Intentar sacar a la luz un recuerdo casi olvidado, no esencial, banal, común, si no a todos, por lo menos a muchos. (George Perec).


Llegué al Colegio Público Miguel Hernández en setiembre de 1991. El hecho fue consecuencia de un cúmulo de casuales causalidades: ya se sabe, un concurso de traslados en el que se aplica un baremo de puntuación y en el que intervienen las propias elecciones y las de aquellos otros mejor situados. Por supuesto, no conocía nada de aquella escuela y creo recordar que solo había pisado anteriormente Castro Urdiales en un par de ocasiones. Pero parecía como si mi incorporación al centro fuera consecuencia de un designio del destino: el colegio y yo nacimos en el mismo año 1964 y Hernández era, y ahora lo es aún más, uno de mis poetas más queridos.

Fui director durante diez años. Y por tal condición supongo que el equipo directivo actual me encarga estas líneas. Tal vez porque interpretan que el desempeño del puesto concede una perspectiva especial, más amplia, más informada, de la historia del período. Antes y después fui maestro, digamos, raso del colegio. Veinte cursos en total. El tiempo más largo en mi ejercicio del oficio hasta este momento y más largo que el que me pueda reservar el futuro, si es que algún nuevo recorte en forma de prolongación de la edad de jubilación no lo remedia.

El Miguel Hernández, además de un centro de enseñanza de niños es escuela de maestros. Para mí lo fue. No diré que me hice maestro en él porque ya había iniciado mi andadura profesional anteriormente (y, sobre todo, porque me queda todavía camino por recorrer). Pero sí que aprendí mucho durante mi trayectoria en el colegio. Del trabajo cotidiano, de los compañeros, de la experiencia en la dirección y, sobre todo, de los niños.

En lo estrictamente personal (si es que lo laboral se puede deslindar del ámbito más íntimo de cada uno), el colegio también me ha marcado decisivamente. Y también para bien. Por eso no es de extrañar que guarde un excelente recuerdo del Miguel Hernández, que aún lo considere mi colegio, que siga portando con orgullo la insignia de un niño a lomos de un caballo que es el mundo en el jersey, más o menos a la altura del corazón. Etimológicamente recordar significa volver a pasar por el corazón.

Lo que sigue no es una crónica ordenada cronológicamente de la historia del colegio en los noventa y primeros años del nuevo siglo (al que hace referencia la calle en que se ubica). Más bien es un relato sentimental, desordenado e incompleto. Ojalá que también más interesante. Me apoyaré para su redacción en la fórmula acuñada por el escritor francés George Perec en su libro Me acuerdo, un conjunto fragmentario de recuerdos personales, más o menos significativos o,  en apariencia, banales. Todos los textos de la obra son breves y comienzan invariablemente por la frase "me acuerdo".

Esto es una parte de lo que, al recordar al Miguel Hernández, me acuerdo:
Me acuerdo de los cientos de niñas y niños, la mayoría hoy ya mujeres y hombres, que pasaron en esos años por el colegio (aunque ya no me acuerde de los nombres y de las caras de muchos de ellos).
Me acuerdo de un modo especial de Raúl.
Me acuerdo de sus risas y juegos, de sus rostros iluminados cuando escuchaban un cuento, de su gesto de concentración al recitar un poema de memoria, a menudo de Miguel Hernández.
Me acuerdo de decenas de compañeros, maestros y maestras, con los que compartí Claustro (aunque ya no me acuerde de los nombres y de las caras de muchos de ellos) y  de la auxiliar educadora, claro, de las limpiadoras, de los conserjes y vigilantes.
Me acuerdo de un modo especial de Begoña, de Chiqui, de Jesús, de José, de Benito.
Me acuerdo de tantas y tantas horas de clase, algunas veces tediosas, otras luminosas, la mayoría simplemente clases, ni especialmente aburridas ni particularmente memorables.
Me acuerdo de unas pocas anécdotas divertidas (aunque son muchísimas más las que he olvidado).
Me acuerdo del trabajo compartido con los compañeros, de los proyectos cumplidos y los que se vieron frustrados, de las amistades y de los desencuentros y rupturas, de las afinidades y de las desavenencias.

Me acuerdo de las Semanas Culturales, de la cantidad ingente de trabajo que aparejaban y que se correspondía con la ilusión y la satisfacción que generaban.
Me acuerdo de las familias de los niños, sobre todo, de las admirables madres del APA (entonces se llamaba así) que contribuyeron decisivamente a la buena marcha del colegio.
Me acuerdo del Taller Mecánico (tal vez alguien más se acuerde todavía) y de cada uno de los niños de educación especial.

Me acuerdo de cuando se implantó la Primaria y los niños de séptimo y octavo pasaron al Instituto: las inquietudes que generó, las miles de reuniones con las direcciones de los IES, los cambios que supuso para el colegio.

Me acuerdo del equipo con el compartí las labores directivas, de los sinsabores y alegrías pero, sobre todo, de la intensa relación que mantuvimos, de la compenetración y el espíritu de camaradería que nos animaba en los buenos y malos momentos.
Me acuerdo de Miguel Hernández, el poeta de Orihuela, de cómo recuperamos su presencia en el colegio a través de la reivindicación de su persona ejemplar y la voz de su poesía, del escudo ("Niño: pasión del movimiento, la Tierra es tu caballo"), las exposiciones y las diversas publicaciones.
Me acuerdo de la biblioteca escolar que con empeño pusimos en marcha y que acogió numerosas iniciativas de fomento de la lectura.

Y eso hace que me acuerde de La Ballena. Y de las visitas de escritores, ilustradores, y contadores de cuentos.
Me acuerdo de la ilusión que generaba cada una de las mejoras que se conseguían para el colegio: de las grandes (el comedor, el gimnasio, el asfaltado del patio, el cambio de la caldera de carbón) y también de las pequeñas (las obras de reforma y mantenimiento de pintura, carpintería, electricidad, fontanería, los nuevos percheros, el escudo en la fachada...).

Me acuerdo de la colaboración del Ayuntamiento, de su apuesta por poner al día un colegio que se había quedado pequeño y prematuramente viejo, de sus aportaciones a la Semana Cultural.
Me acuerdo de las decenas de convocatorias de diferentes Concejalías (sobre todo, la de Educación y Cultura) a las que, en justa correspondencia, nunca dejábamos de asistir: comisiones de estudio de los más variados asuntos, Consejo Municipal de Educación, jurados de premios, actos informativos, inauguraciones, conferencias...
Me acuerdo de tantas y tantas personas ajenas al centro que colaboraron desinteresada y, a veces, anónimamente en diferentes proyectos con sus aportaciones materiales, con su presencia en actividades, con su apoyo más que moral.
Me acuerdo de las Navidades: del Nacimiento de la entrada principal (cuántas tentativas hasta conseguir poner un río con agua de verdad), de la visita de los Reyes Magos, del concurso de villancicos, del Día del Deporte.

Me acuerdo de las comidas de fin de trimestre y de inicio de curso y de las jubilaciones de tantos compañeros.
Me acuerdo del Carnaval -los disfraces, la quema de la sardina, las chirigotas, los desfiles por el pueblo de los primeros años y los pregones- y de los partidos de fútbol profesores-alumnos.
Me acuerdo de los primeros días de cada curso: de los temores, las expectativas y las ilusiones de los niños y sus padres.

De todo eso me acuerdo y de más. A veces contemplo viejas fotografías o las carpetas con dibujos y trabajos de los niños o los materiales de las Semanas Culturales (programas, álbumes de cromos, marcalibros) y recupero recuerdos que creía olvidados. La suma de todos esos recuerdos, en el cruce de caminos entre la nostalgia por lo perdido, una cierta sensación de deber cumplido y el asombro que provoca el paso del tiempo, es mi memoria viva del colegio en el período durante el que me tocó en suerte enseñar en el colegio. Tan solo un mínimo capítulo del gran libro de recuerdos que se podría escribir con las aportaciones de todos los que fueron alumnas y alumnos, de las familias, los maestros y el resto de trabajadores del Miguel Hernández en sus más de cincuenta años de labor educativa.

Diego Gutiérrez del Valle





PALABRAS DE IRENE SIERRA PRESMANES

En la comida de hermandad del profesorado con motivo del 50 aniversario, la maestra Dª Irene Sierra Presmanes nos ofreció estas emotivas palabras.

En este gozoso encuentro
mostraros quiero a todos mi más profundo afecto.
Mi vida, como una sonora sinfonía
se fue desgranando paso a paso
como la vuestra.
Y en nuestras ideas y venidas
nos fue tocando de todo
porque solo dando vueltas,
vueltas y vueltas a miles
se pulen las piedras sueltas y libres.
Y...¡Oh, que sorpresa!,
al dar la última vuelta
en el atardecer de mi vida
cuando yo no lo esperaba
me encuentro hoy muy feliz entre vosotros
dado que es mucha mi juventud acumulada.
Gracias por tal ocurrencia y preparación de este evento.
Gracias por tanta molestia y buen gusto.
Gracias por vuestra invitación a la fiesta,
porque la paz y la alegría
vienen solo de la unión y la armonía.
 Hoy he llegado aquí
a compartir el alegre recuerdo de las aulas
el recuerdo de cuando fui compañera
en el Grupo Escolar XXV Años de Paz
y maestra de 520 alumnos
que fueron para mí, cada uno, 
un todo único para el bien
en el trabajo diario del aula.
Eran alumnos de tan sólo 6 años
pero entendían al explicarles:
Vivid siempre con alegría, ilusión y esperanza
porque la luz siempre sigue a la oscuridad
después de la noche, siempre viene el día.
Quiero tener un recuerdo sincero
para aquellas compañeras, compañeros, y alumnos
que ya no están entre nosotros
porque se fueron a ese sin espacio material
de la Luz y de la Paz.


EL PRIMER DIRECTOR: D. RICARDO TAMAYO ADELIÑO

A continuación, de la mano de la hija de D. Ricardo Tamayo Adeliño podemos conocer al primer director definitivo de XXV Años de Paz, que sin duda dejó una huella importante, gracias a la tarea que desempeñó durante la primera década del centro.


En septiembre de 1966 toma posesión de la plaza de Director del Grupo Escolar XXV Años de Paz de Castro Urdiales (Santander) donde una vez más, sirve generosamente a la sociedad. Una dilatada formación intelectual acompañada de una amplia experiencia como maestro y director, le proporcionó un bagaje inestimable y una sólida plataforma para abordar satisfactoriamente, los retos intrínsecos a su cargo y conducir racionalmente las facultades específicas del niño; encaminando su voluntad hacia el perfeccionamiento intencional.



Para hablar de la labor realizada en su etapa como Director Escolar de Castro Urdiales, los problemas a superar les podemos clasificar en personales, materiales y auxiliares.

Relación con los Maestros: siempre fue tutor y con la ayuda de la psicología procuró la colaboración de todos en torno a la unidad del grupo, empleando en cada caso el estímulo que a cada uno hiciera reaccionar del modo más favorable. Atendiendo a todos los maestros, tanto en problemas de tipo oficial como de carácter particular, con la misma solicitud que puede hacerlo un padre o un hermano.


Relación con las Autoridades: conocido es por todos la manera de proceder de las autoridades locales, respecto a su cumplimiento de las obligaciones relativas a la enseñanza y los excesos en sus atribuciones. Como licenciado en Derecho y sabiendo interpretar perfectamente el Derecho Civil y Administrativo, defendió los derechos de los niños al uso y disfrute del inmueble escolar, sin ningún apoyo; teniendo que soportar las insolencias de aquellos que a la sombra de intereses particulares se atreven a denostar la virtud y buen entendimiento.

Relación con la Parroquia: catequesis.

Relación con las familias: esforzándose en inculcar a los padres, que tanto ellos como el maestro y la sociedad eran coeducadores del educando y por tanto debía existir la máxima cooperación. La percepción de disparidad de criterios y objetivos producía en la mente del educando desorientación en la voluntad e indisciplina en la conducta y consecuentemente pérdida del fin.

Admisión de niños: solamente existía un Grupo Escolar, la población infantil crecía y los recursos del Centro eran insuficientes para cubrir toda la demanda de matrícula. Era necesario crear nuevos grados y para ello había que tratar con la Delegación Administrativa de Educación Nacional de Santander, con la Inspección de Enseñanza Primaria de Santander y mientras se construían nuevas aulas y se creaban los nuevos grados, tratar de convencer a los maestros para que atendieran una matrícula superior a lo razonable.

Aportes Pedagógicos:

Para ser fiel en la enumeración podría decir que por lo numerosos, se aproximan al infinito. Pero en el intento de ser breve voy a citar alguno de los que conozco y me acuerdo.

- Fue pionero en el método de Enseñanza de Lectura Ecléctico. Con el único material de lápiz y papel elaboró las fichas y comprobó que los resultados eran excelentes. Experimentó tal método con niños y en un breve espacio de tiempo aprendieron a leer y asimilar el contenido de las frases que leían.
Tal material lo puso siempre a disposición de los maestros, animándoles a abandonar la tradicional cartilla.
- Para poder optimizar el rendimiento de los escolares, hizo numerosos test psicotécnicos a toda la población escolar.
- Empleó las funciones estadísticas para obtener la máxima información con las variables individuales; como coeficiente intelectual, factor numérico, factor abstracción, etc y así poder potenciar su ayuda a los maestros en su tarea de educadores.
- En su incesante labor pedagógica, usó las variables estadísticas, moda, mediana, etc, en la elaboración de gráficos para el mejor conocimiento de las unidades poblacionales. Intentando optimizar el tratamiento de las mismas.
- Medios Audiovisuales, en el centro disponían de un proyector y un magnetofón que lo usaban para proyectar filminas o diapositivas con las correspondientes grabaciones de la Comisaria de Extensión Cultural.
Otras veces al tratarse de temas locales, fue él con ayuda de algún maestro, quienes elaboraron el guión, contenido, didáctica y técnica como su grabación con la música de fondo apropiada.
- Una de sus aficiones era la música, tocaba varios instrumentos, por lo que había experimentado personalmente, ciertas pautas en la educación del oído. Intentó instalar altavoces en los accesos a las aulas, para en los tiempos de entrada y salida los alumnos escucharan música y a la vez que educaban el oído, pudieran aficionarse a la música clásica.
- Con los pocos libros que tenían, hizo una relación de los mismos y estableció un servicio de biblioteca, donde los alumnos podían disponer de los libros en sus casas.

Aquellas tareas relativas a la admisión, clasificación, material, mobiliario, libros, cuadernos, graduación y promoción de alumnos, etc no me voy a referir a ellas por ser temas de obligada generalidad. Lo único que diré será que como buen ecónomo, sabia administrar los recursos, priorizando las necesidades.

Es de Justicia reconocer que toda su vida profesional estuvo regida por el sentido del deber y la voluntad de servir a la sociedad poniéndose a su entera disposición para dar al alma y al cuerpo de sus niños y jóvenes toda la belleza y perfección que son susceptibles. A la vez que agradezco a la actual directiva del actual colegio Miguel Hernández, que hayan tenido a bien recordar su labor.

Carmen Tamayo


SALUDO DE LOS HIJOS DEL MAESTRO HONORIO CRESPO

Somos los hijos de Honorio Crespo Muro, el cual en junio de 1951, inició su andadura en Castro Urdiales como maestro en las Antiguas Escuelas Graduadas. Éstas posteriormente se trasladaron y cambiaron de nombre por el de C.N. XXV Años de Paz.

Quisiéramos manifestar la satisfacción que sintió en los años que ejerció como maestro de Orientación Marítima, siempre al lado de los Pescadores, que era su pasión.

Su integración fue total en el pueblo como un castreño más, y este legado ha pasado a nosotros, sus hijos, que además de nacidos allí, nos sentimos vinculados totalmente al pueblo.

DESPEDIDA DE DOS MAESTROS

Juan y Marian eran dos maestros de XXV Años de Paz. En el nº 13 de la revista Catacrok se despiden de compañeros, familias y alumnado. Rescatamos esta carta tan entrañable pues estos maestros estarán en el recuerdo de quienes estuvieron con ellos.

Queridos padres y compañeros:

Sabiendo casi con seguridad, que el próximo curso ya no estaremos en este "Castro querido", en el que hemos pasado la mitad de nuestra vida, aprovechamos el Periódico Escolar para despedirnos de todos vosotros.
Estos casi 20 años que hemos pasado aquí, han sido los mejores de vuestra vida; en este pueblo y en este centro dejamos jirones de nuestra vida y una gran parte de nuestra alma; nunca podremos olvidarlos.
A vosotros padres de los mil y un alumnos que por nuestras manos han pasado en estos años, os damos las gracias por las palabas de gratitud y aliento que hacia nosotros habéis tenido.
Tanto a vosotros compañeros, como a vosotros padres os recodamos que os llevaremos siempre en un pequeño rincón de nuestra alma, quye es donde se guardan los grandes tesoros que uno encuentra a lo largo de su vida.

Un abrazo a todos.

VIVE LEYENDO

De la revista Catacrok de 1984 recuperamos este texto escrito por la maestra Mª Carmen Millán sobre la lectura. Sabias palabras que siguen y seguirán siendo actuales.



¿Leen los niños castreños? ¿Qué niños? ¿Qué lecturas? Los padres que sientan alguna preocupación por el futuro de sus hijos debieran tener puntuales respuestas a estas preguntas. Un pueblo que marcha es un pueblo que lee.
El libro es una vía segura para elevar el nivel cultural del pueblo castreño. Leer no es un simple pasatiempo, es un medio de superación y un deber de cultura.
Para cada niño hay uno o varios libros esperando, callados, resignados, libros que van a enriquecerlo. Los padres tienen una apasionante tarea que realizar para favorecer a sus hijos.
Lea con ellos, eleve su nivel cultural, descubra a su hijo el placer y la importancia de la lectura.
Necesitamos unos padres con imaginación y con categoría para luchar con las armas de la cultura a favor de sus hijos. Fomenten la lectura y el amor al libro, elemento de cultura insustituible.

martes, 12 de mayo de 2015

ANUARIO 50 ANIVERSARIO.

Desde el enlace de la imagen, se accede a la edición digital del Anuario publicado con motivo de nuestro 50 Aniversario.

viernes, 8 de mayo de 2015

VÍDEO ACTO INAUGURAL 50 ANIVERSARIO

Este vídeo es un recorrido histórico del centro, iniciando esta andadura desde las Antiguas Escuelas Graduadas de Castro, y haciendo un repaso de las actividades y proyectos más destacados.